lunes, 23 de mayo de 2011

Te amo tanto!
No sé si lo recuerdo o me lo contaron, pero cuando era chiquita mi mamá me decía ‘dame la mano para cruzar la calle’ y yo le decía ‘no, no te la doy; te la presto’, porque dar la mano me sonaba a darla; sacármela y darla, pero dar una mano ¿No es un poco eso?
Dar una mano a alguien es mucho mas que hacer un favor; no es dedicarle unos minutos que te sobran o prestar una remera que no usas; es dar una parte tuya; es darte vos.
Dar la mano es aferrarte y aferrar al otro.
Cuando el mundo se vuelve un abismo y todo se cae, tus manos nos se aferran a algo; se aferran a alguien; alguien que no te deja caer.
Cuando vos diste tu mano, ya no hay forma de soltarla; ya no es tuya; está unida a la del otro; las dos manos son una. Las manos nos unen; nos suman. Cuando damos la mano dejamos de ser ‘yo’ para ser nosotros.
Nunca voy a soltarte la mano.

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