viernes, 9 de septiembre de 2011

Villa gesell 2011 ♥

Una de las cosas mas difíciles de las relaciones es saber exactamente qué quiere el otro de vos o con vos. 
Cuando alguien te trata mal, te preguntas porqué ¿Qué quiere de mí? 
O cuando alguien te trata muy bien, ya desconfias ¿Qué quiere en realidad? 
Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía ¿De qué desconfía el santo? De las intenciones del que da la limosna. 
Nunca se puede estar seguro de qué es lo que quiere el otro, y esa incertidumbre genera una especie de angustia. 
Y como esa duda nos genera angustia, empezamos nosotros a dar respuestas y tratar de adivinar qué quiere el otro en realidad.
Asumimos y presumimos. Damos una respuesta rápida y avanzamos. Tal vez, nos equivocamos, pero ya no tenemos la angustia de no saber qué quieren de nosotros. 
Angustia mucho no saber qué quiere el otro de vos; te inquieta, te perturba.
Por eso nos volvemos desconfiados; nos ponemos a la defensiva. Asumimos siempre que las intenciones del otro no son buenas. 
Nunca podemos saber qué quiere el otro o porqué nos quiere; eso es un eterno misterio ¿Por qué siempre caemos en la trampa de dar respuestas apresuradas? 
El bello, siente que lo quieren solo por su belleza. El rico, por su riqueza. El poderoso, por su poder ¿Por qué pensamos tan mal del otro? 
El otro; sus intenciones, siempre son una amenaza para nosotros ¿Por qué? 
Pero si dejaramos de adivinar, y le dieramos la chance al otro de demostrarnos qué siente, qué quiere y porqué nos quiere, tal vez, nos sorprenderíamos. 
Si soportaramos esa angustia de no saber qué quieren de nosotros, tal vez, algo nuevo podría llegar a nuestra vida. 
Si pudieramos dejarnos atravesar por el deseo del otro, dejar que quieran algo, que nos quieran, dejar que pretendan cosas de nosotros; porque eso es existir. 
El deseo del otro nos atemoriza; sentimos que quiere arrebatarnos algo muy preciado.
Pero ¿No es eso en definitiva lo que anhelamos, que nos quieran por lo que somos, por lo que tenemos, por eso que nos hace únicos? 
¿Qué quiere el otro de mí? No sé. Me quiere por las razones que sean; me quiere ¿Tanto cuesta hacerse cargo de eso? 
Tocar tu corazón, tal vez, es eso lo que quiere el otro cuando quiere algo de vos.

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