Después de un rato fui tipeando; necesito sentir. Me preguntó si nunca
había sentido. Me lo pregunté. Sentí pero sentir para mí fue que me hagan difícil
algo y me saltó la caprichosa que quiere aquello que no tiene. Eso no es
sentir. O eso no busco. Busco algo
mutuo, busco querer y ser querida, busco. Justamente, busco. Error.
Entonces situaciones que seguramente
tengan que tener ciertas características que no puedo descubrir y por ende,
tampoco enumerar, tiene un posible futuro. Me
gusta su música, me gusta su forma de ser. No lo conozco. Nada, pero me
acuesto y pienso y estoy en el bondi y pienso e imagino. Imagino qué va a pasar
la próxima vez que lo vea, imagino qué
va a pasar en dos años. Cuando imagino todo sale bien. Demasiado bien.
No quiero más agarrarme de mínimas
situaciones por mi ausencia de verdaderos y concisos sentimientos. No sé por
qué pero no quiero. Siempre soñar me
resultó lindo pero a veces es tan inalcanzable y eso resulta tan evidente que
tengo miedo. Tengo miedo de que siempre mis realidades queden opacadas por mis
sueños, que cada relación
viva bajo la sombra de aquello que vive en
mi mente antes de irme a dormir.
Tengo miedo. Tengo miedo de darme cuenta,
algún día, que todo eso no existe, de que jamás va a pasar y de que solamente
voy a poder ser así de feliz en mi cabeza y, aunque no hay nada más real de
lo que una se imagina, tampoco existe nada más placentero que tener el
cielo en las manos en la vida real.
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