lunes, 31 de octubre de 2016

Aprendiendo a ser.

Las chicas
sabemos cuidar las apariencias; siempre, ante todo, sonreímos.
Pero yo siento algo que me corre por las venas, como un fuego. Es como una fuerza, una rebeldía, unas ganas de romper con las formas, con el molde.
Es como una combulsión, algo mas fuerte, unas ganas de meter las manos en el barro y enchastrar todo.
Es un deseo inexplicable, como una pasión.
Una fuerza que transforma a la bella en bestia. Estamos en un lugar impecable, divino, cool. Nosotras somos impecables, divinas, cool, pero yo siento como un fuego adentro, siento unas ganas terribles de hacer lio.
Siento que tengo adentro mío una perra con ganas de salir, ganas de romper con toda esta prolijidad. Esto es un paraíso y me encanta, hay una parte mía a la que le encanta vivir en este paraíso pero hay otra que quiere salir.
Esa parte mía quiere salir del paraíso, meterse en el bosque, ver el peligro cara a cara. Siento que soy como dos personas en una. Una es una princesita que le encanta los cuentos de hadas, la ropa, pero hay otra que quiere ser una amazona y quemar todas esas hojas de los cuentos de hadas y vivir una aventura real.
La puedo esconder por un tiempo, la puedo encerrar, pero quiere salir y te aseguro que va a salir. Es la forma de describir lo que está dormido en mí y que quiere despertar, salir.
Todos tenemos algo primitivo, bestial, salvaje, algo que tarde o temprano necesita expresarse. La bestia convive con la bella, es parte nuestra, está ahí, latente. Y por más que nos reprimamos, por más que nos mostremos bellas y frágiles, la bestia que tenemos adentro va a salir a la luz porque vive dentro nuestro.

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