Somos
princesas. Nadie nos lo roba. Nadie nos modifica. Nadie nos controla. Somos
dueñas de nuestras decisiones, somos conscientes y aceptamos cualquier tipo de
riesgo que se nos presente.
Tenemos que superar nuestra debilidad; somos débiles, pero el resto no tiene
que saberlo, tenemos que evitar ser el blanco de cualquier posible ataque.
Tengo mi propia fórmula de sentirme bien y nadie más la tiene que conocer.
Tengo mis métodos de cicatrización, tengo mi plan. Tengo mis recompensas. Tengo
mis castigos. Cada una es dueña de sus
victorias y sufrimientos.
Somos
individuales; cada una tratando de sobrevivir como mejor pueda.
Gris, estoy gris; apagada, pero ya voy a encenderme, esperen. Esperen a que logre cada uno de mis
cometidos, esperen a que llegue a una meta segura. Estoy segura de lo que
hago; controlo lo que hago. Controlo cada uno de mis miedos, dolores, molestias.
Nadie dictamina lo que es bueno o malo. Lo que es bueno para mí no tiene que
serlo para nadie. Conozco mis límites. Conozco hasta cuanto puedo aguantar.
Conozco mis tiempos. No intenten hacerme creer lo contrario. No intenten
hacerme vulnerable. Construí mis propias formas de defensa sola. Construí mi
realidad, elijo mi realidad. Conozco
lo vulgar, conozco lo popular. Lo veo, convivo con ello. Comparo las ideas y
elijo a mi imaginación; ahora y siempre. No estoy en donde estoy porque sí.
Estoy eligiendo mi lugar, mi fin. No elegí mi comienzo, pero ahora tomo el
control y doy un giro a las cosas. Controlo el final, sé que no se me va a
escapar de las manos. Control; todo depende de eso.